Como es conocido, los cítricos constituyen un cultivo muy característico y productivo de nuestros país y, sobre todo, del sur-este del territorio peninsular.
Pese a la crisis citrícola que se ha producido estos últimos años, España se mantiene como una potencia mundial como productora de cítricos innegable. Aproximadamente se cultivan unas 300.000 hectáreas, las cuales producen más de seis millones de toneladas de fruta al año.
En España, la fruta que se produce es de una calidad insuperable. Tanta es la calidad de nuestros productos que la mayor parte de la cosecha se destina a consumo en fresco y nada más que un 15% (aproximadamente) de toda la producción se destina a otras industrias.
Esto se debe tanto a la amplia gama de variedades que cuenta nuestro país como a las técnicas de cultivos adaptadas correctamente a los diferentes entornos geográficos y ambientales en que se cultivan.
Sin embargo y, debido al imperante cambio climático, el entorno está cambiando. Por ende, debemos adaptar nuestros cultivos a las nuevas exigencias en materia de sostenibilidad ambiental.
Las condiciones ambientales son cada vez más desfavorables y es necesario que nuestra manera de cultivar se adapte a las nuevas situaciones del medio ambiente.
Los fenómenos climáticos extremos, las precipitaciones intensas, las olas de calor extremas, inundaciones o sequía en nuestros campos son cada vez más frecuentes. Es por esto que se debe optimizar las técnicas agrónomas para conseguir que la productividad siga siendo óptima y la calidad del fruto cultivado sea inigualable.
Además, a todo ello le podemos sumar los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de la Unión Europea que hacen que sean más necesarias las medidas de actuación por parte del sector agricultor y citrícola. Por ejemplo, se podría destacar el uso más cuidadoso y sostenible de productos agroquímicos, la reducción del uso de maquinaria, etc.
Cultivo de cítricos en la actualidad.
En la actualidad, es preciso reducir las emisiones de la producción además de adaptar las actividad humanas a las nuevas circunstancias ambientales. Los planes de acción y políticas frente al cambio climático están apostando por el fomento de iniciativas destinadas a aplacar los efectos derivados del aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera.
Las plantaciones de cítricos son particularmente eficientes en este respecto, ya que éstas muestran unas tasas de fijación de carbono que fluctúan entre cinco y diez toneladas de carbono por hectárea y año.
De hecho, algunos estudios demuestran la posibilidad de incrementar la capacidad de sumidero de los cultivos, introduciendo el uso de materia orgánica en planes de fertilización, aminorando el laboreo o gestionando de una manera más responsable las cubiertas vegetales.
En resumen, el sector citrícola afronta numerosos desafíos derivados del cambio climático. Para seguir garantizando la óptima calidad que caracteriza a nuestros cítricos y derivados, es necesario un compromiso entre productividad y sostenibilidad ambiental, en un contexto de adaptación a las condiciones cambiantes del entorno a la vez que contribuyen a la mitigación de los efectos adversos del cambio climático.
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